lunes, 13 de junio de 2016

LA COMUNICACIÓN DE MASAS Y EL AULA DE CLASES

En la larga ruta de aprendizajes durante la infancia y la adolescencia los estudiantes adquieren en las instituciones educativas una serie de conocimientos, habilidades y actitudes acerca del entorno físico, cultural y social en el que viven. Sin embargo, en las sociedades actuales, sus ideas sobre el mundo y sobre las personas no sólo dependen de los saberes adquiridos en los escenarios del aprendizaje escolar o en el seno de la familia.

Cada vez más sus ideas sobre el mundo y sobre las personas tienen su origen en los mensajes de industrias de la conciencia como la televisión y la publicidad o en los contenidos que circulan por las autopistas electrónicas de la información. En esa conversación simbólica que tiene lugar entre las personas y discursos como el televisivo, el publicitario o Internet todo se orienta, más allá de su aparente finalidad informativa, narrativa o comercial, a erigir tales discursos en intermediarios entre la mirada de la infancia y de la adolescencia y el mundo que les aguarda.

Nada es real entonces si no adquiere el estatuto de lo obvio. De esta manera, hoy la función social de los mensajes de los medios de comunicación de masas y de Internet es doble: por una parte, de naturaleza cognitiva, ya que contribuyen tanto a la construcción de la identidad personal de la gente como a la adquisición de un conocimiento compartido sobre el mundo); por otra, de naturaleza ideológica, al constituirse en eficaces herramientas de consenso social.

En efecto, los textos de la prensa, las ondas de la radio, las viñetas de los cómics, el espectáculo televisivo, la persuasión publicitaria y la omnisciencia de Internet invitan a la infancia y a la adolescencia a consumir cierto tipo de situaciones, a imitar ciertos estilos de vida, a adorar ciertas ideologías y a menospreciar otras maneras de entender las cosas. La manifestación a gran escala, en el escenario de los mensajes de la cultura de masas y de Internet, de los mitos, de las ideologías, de los estilos de vida y de las imágenes de la sociedad de libre mercado orienta así la construcción de la identidad cultural de las personas y de los diferentes grupos sociales y hace posible un conocimiento compartido del mundo.

Los altos índices de consumo de mensajes televisivos e informáticos por parte de niños y adolescentes son especialmente alarmantes si analizamos, por ejemplo, el con tenido de la inmensa mayoría de esos mensajes que se exhiben a diario en la ventana electrónica del televisor. En efecto, si analizamos las cosas que se dicen en ese crecida de series, concursos, videoclips, culebrones, dibujos animados y anuncios publicitarios, observaremos una vez más el abismo que se abre entre lo que se aprende en la vida de las aulas y lo que se aprende en la vida del televisor, entre los fines emancipadores de la educación y las formas concretas mediante las cuales industrias culturales como la televisión, la publicidad e Internet instruyen a la infancia, a la adolescencia y a la juventud que acude de lunes a viernes a los centros de enseñanza.

 Ante este hecho, en educación cabe adoptar posiciones apocalípticas  y evitar en las aulas el análisis de las complejas astucias comunicativas de este tipo de textos en los contextos de la persuasión de masas o, por el contrario, considerar que hoy no es posible favorecer la adquisición y el desarrollo de competencias comunicativas y de actitudes críticas entre los estudiantes, si no orientamos algunas de las tareas educativas en las clases al estudio de las estrategias verbales y no verbales que habitan en los textos de los medios de comunicación de masas y de la publicidad.

El aula sin muros de la ventana electrónica del televisor y de las páginas de Internet constituye en nuestros días el ojo mágico con el que observamos el mundo mientras en el mundo de la educación aún persiste esa ilógica idea de que el saber escolar debe permanecer ajeno a tales fenómenos comunicativos y, en un afán inútil de ponerle puertas al campo, se empeña en convertir las clases en aulas con muros donde nada de lo que se dice y de lo que se hace fuera de la escuela entre dentro y sea objeto de estudio y de reflexión.


Por el contrario, conviene analizar en las aulas cuál es el papel que desempeñan los mensajes de la comunicación de masas y el espejismo de Internet en la construcción de la identidad sociocultural de las personas, cómo contribuyen sus picardías comunicativas a hacer mundos y cuáles son los usos éticos y estéticos de unos textos que han sido elaborados con el fin de provocar determinados efectos en las personas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario